domingo, 16 de mayo de 2010

CUERPO Y ALMA, VIDA Y MUERTE

Cuerpo y Alma, Vida y Muerte


Bert Hellinger

Yo y cuerpo
Por regla general, asociamos con el yo el estado consciente, la razón, la libre voluntad, control y rendimiento. Sin embargo, no todo lo que el yo pretende es razonable y libre, porque el yo es también impulsivo y, muchas veces, ciego. Este sería el caso de los temerarios, los imprudentes o los ascetas, que enfrentan a su cuerpo con exigencias que ponen en peligro su salud. El cuerpo se resiste, por ejemplo, cayendo enfermo, perdiendo fuerzas, hiriéndose o doliendo. De esta manera hace reaccionar y entrar en razón al yo. Así, el cuerpo y el alma que lo gobierna se muestran más conocedores y sabios que el yo. A través de ellos, el yo encuentra sus límites y, asimismo, se convierte en conocedor y sabio respetando estos límites.


Es decir, existe una parte ciega del yo que le exige al cuerpo algo negativo que le perjudica. El cambio hacia una mejora para el cuerpo y el alma, por tanto, se inicia con la comprensión por parte del yo. Esta comprensión es, sobre todo, un percatarse de los límites del cuerpo, de los límites de nuestra salud y de los límites de nuestra vida. Esta comprensión resulta fructífera cuando el yo también asiente a ella, lo cual es humildad. La comprensión nos hace conocedores, pero sólo la humildad nos hace también sabios.


Frecuentemente, el yo tan sólo alcanza esta sabiduría a través de la enfermedad y del sufrimiento. La enfermedad y el sufrimiento purifican al yo y repercuten de manera curativa en el cuerpo, una vez llegado el conocimiento al yo. Así, muchas veces una enfermedad primero tiene que concluir su influencia purificadora y aleccionadora sobre el yo antes de poder cesar y desaparecer.


Por otra parte, también el yo influye de manera beneficiosa sobre el cuerpo, sobre todo el yo esclarecido. Esclarecido significa aquí que sea consciente tanto de sus posibilidades como de sus límites, y que, más allá de sus deseos y de sus miedos impulsivos, se atenga a la mera verdad perceptible. Purificado significa que esté en sintonía y en armonía con el alma, inconsciente para él en gran parte, pero, a pesar de todo conocedora a un nivel mucho más profundo que el yo.


A este yo esclarecido le debemos la Medicina científica, el conocimiento de las patologías, la Higiene, la Cirugía y la Farmacología. Pero también pienso en la Psicología y la Psicoterapia con sus conocimientos del trasfondo inconsciente de comportamientos enfermizos y con sus métodos para actuar sobre tales comportamientos, por ejemplo, a través del análisis, de la terapia de la conducta, de hipnoterapia, de programación neurolingüística, para sólo citar unos cuantos. De esta manera, el yo esclarecido disciplina tanto al cuerpo como al alma, desarrollando las capacidades de éstos más allá de la mera salud física.


Aún así, también la Medicina y la Psicoterapia, y con ellas también el yo que intenta oponerse al carácter efímero de la vida, topan con límites que los detienen. Ya que, al cabo de un cierto tiempo, toda persona enferma, se debilita y se muere. El alma asiente a este movimiento hacia la muerte, porque alcanza a ambos ámbitos y, así parece, perdura en ambos. Ella anhela volver y está en armonía con este movimiento. Freud llamaba este anhelo el impulso de muerte. No obstante, se trata de un movimiento sumamente consciente y alerta, porque en lo hondo, el alma, y con ella el cuerpo, anhela volver al origen del que nace y al que vuelve la vida.


Familia y alma
Pero el alma no sólo actúa en el cuerpo, ni está presa en él como algunos dicen. Se encuentra en interacción con su entorno, ya que de lo contrario, no habría ni metabolismo, ni procreación. Este entorno comprende, sobre todo, la familia y la red familiar en la que recibimos y en la que transmitimos la vida, si podemos. Obviamente, la familia y la red familiar tienen un alma y una conciencia comunes que vinculan y dirigen a los miembros de la familia de acuerdo con un orden mayormente inconsciente, de manera similar que el alma también vincula y gobierna los miembros y órganos del cuerpo.


Es decir, el alma actúa en la familia y en la red familiar como si de un cuerpo extenso se tratara. Y de la misma manera que podemos, paso a paso y a través de la observación y de la experiencia, comprender e influir sobre los órdenes que determinan la interacción entre los diversos órganos del cuerpo, así también podemos, paso a paso y a través de la observación y de la experiencia, aclarar los órdenes que determinan la interacción entre los diferentes miembros de una familia.


En un primer lugar nos llama la atención que, al igual que el cuerpo, también la familia y la red familiar tienen unos límites exteriores. Es decir, el alma familiar únicamente vincula de esta manera especial a determinados miembros de la familia, dirigiéndolos a través de una conciencia común. Así, pertenecen a esta familia y a la red familiar: los hermanos, los padres y sus hermanos, los abuelos, a veces alguno de los bisabuelos, e incluso antepasados más lejanos si tuvieron una suerte especial. Otros familiares, como por ejemplo primos, ya no cuentan entre ellos.


Aparte de estos parientes consanguíneos, también pertenecen a la familia y a la red familiar aquellas personas extrañas a la misma, por cuya desaparición o muerte otros en la familia y en la red familiar tuvieron una ventaja. Entre éstos cuentan sobre todo parejas anteriores de los padres y abuelos.


Sin embargo, aún existen otras similitudes entre el actuar del alma en el cuerpo y el actuar del alma en la familia y en la red familiar. De la misma manera que el alma vela por la integridad del cuerpo, también vela por la integridad de la familia y de la red familiar. Así, procura, por ejemplo, compensar la pérdida de un miembro a través de otro miembro que representa a aquél. Este es uno de los motivos por los que determinados miembros de una familia se ven implicados en el destino de otros miembros, especialmente, anteriores. Y de la misma manera que, en caso extremo, el cuerpo tiene que renunciar a uno de sus órganos que pone en peligro la salud de los demás, así también la familia, a veces, debe separarse de uno de sus miembros si su permanencia pone en peligro a otros en la familia.

No hay comentarios: